La formación a la carta y evaluable gana peso en las escuelas de negocios
21/08/2004 | Fuente: http://www.aefol.com
| Autor: Admin Aefol
El ránking de programas para formación de ejecutivos que anualmente elabora Financial Times confirma un cambio de tendencia. Las compañías se decantan cada vez más por cursos a medida y exigen resultados que puedan llegar a medirse.
En ocasiones es díficil para Tricia Kullis explicar exactamente dónde trabaja.
El año pasado trabajaba para Visteon, un compañía de componentes de automóviles situada en Dearborn, en el oeste de Estados Unidos.
Este año está trabajando en Barcelona, en la escuela de negocios IESE-Universidad de Navarra, y el año que viene su plan es regresar a Visteon.
Pero, detrás de esta aparente locura, hay una explicación lógica.
El año pasado, cuando Visteon contrató a IESE como su escuela de negocios asociada, acordaron intercambiar un profesional de cada centro durante tres meses para aprender la idiosincrasia del otro.
En el caso de Kullis, Visteon decidió extender el acuerdo a un año. "¿Qué mejor opción hay para conocer a tu cliente o tu escuela de negocios?", se pregunta Kullis.
Nuevas ofertas a medida
Como este caso se van a ver más en el futuro. Porque, si hay algo que caracteriza el mercado de los programas de formación de corta duracción (sin graduación), es la demanda de escuelas de negocio para trabajar en cooperación con las empresas.
Son los llamados programas a medida y existen de varias clases. Unos son los cursos únicos de promoción o premio, que van dirigidos a directivos de rango medio en reconocimiento a su largo tiempo de servicio a la compañía.
También hay profesores de las escuelas que enseñan materias concretas porque tienen un interés particular en investigar ese asunto.
A la hora de diseñar estos programa a medida, las escuelas atienden las necesidades específicas de cada compañía, con el objetivo de llegar a los diferentes niveles directivos, y se adaptan al posicionamiento en el mercado y espíritu de liderazgo que tiene la empresa.
A grandes rasgos, estos programas se dividen en planes abiertos, donde los participantes procedente de diferentes compañías, y planes cerrados o trajes a medida, diseñados específicamente para un determinado departamento o para los ejecutivos de una misma compañía.
Estos últimos han disparado su demanda en los últimos cinco años. Pero, además, hay un creciente interés por que las escuelas de negocios vayan más allá del curso y de los trabajos de investigación: puesta en práctica y rentabilidad de la inversión son dos palabras que están de moda en las empresas.
Estas tendencias aparecen en los ránkings de programas para la formación de ejecutivos que cada año publica Financial Times.
Poco a poco, más y más escuelas cruzan el umbral para participar en los ránkings de programas a medida.
Para entrar a formar parte de esta clasificación, se requiere a las escuelas contar con un negocio de, al menos, dos millones de dólares (1,68 millones de euros).
En cambio, cada vez hay menos participantes en el ránking de cursos en abierto.
De hecho, este año, algunas escuelas no aparecen en esa clasificación porque no han cumplido el requisito de negocio mencionado anteriormente.
Cerrado mejor que abierto
En su conjunto, las escuelas estiman que el negocio de los programas en abierto cayó el año pasado entre un 20% y un 25%.
Por primera vez, las escuelas de negocio han tenido que enfrentarse a lo que los directivos llevan años advirtiéndoles: estos cursos no ofrecen lo que la mayoría de las empresas quieren.
El 11 de septiembre, el virus Sars y la desaceleración de las economías europeas y americana han sido acusados de ser los responsables de este declive del mercado.
Pero también es cierto que las escuelas reconocen cambios estructurales en el negocio.
El desafío es identificar cuáles son estos cambios y cómo están reaccionando las escuelas.
Ian Hardie, decano asociado para los programas de formación de ejecutivos de la London Business School, dice que la desaceleración económica y los cambios geopolíticos no ocultan estos cambios estructurales, si no que los han forzado.
Por ejemplo, el miedo a volar hizo que las empresas tuvieran que apostar por la formación a distancia. Doug Ready, presidente del Consorcio Internacional para el Desarrollo e Investigación de los Ejecutivos (Icedr, según sus siglas en inglés), destaca que "la mayor contribución que se puede hacer es aportar ideas geniales con una aplicación práctica.
Esto es una importante llamada de atención a las escuelas de negocios y una mala noticia para algunos profesionales, que son fantásticos profesores pero que enseñan las ideas de otros".
Ready cree que las escuelas con un gran nombre lo están haciendo bien.
En Harvard, que encabeza el ránking de programas abiertos por tercer año consecutivo, el número de alumnos que se incorporó a estos cursos creció el año pasado entre un 5% y un 10%, según David Sachs, director ejecutivo de los programas de formación de Harvard.
En 2003, la escuela logró llenar dos clases, cada una con 150 alumnos, de su programa para gestión avanzada (AMP, según sus siglas en inglés). Harvard tiene la mayor marca de programas abiertos del mundo.
Rejuvenecer la formación
Un problema cada vez más obvio es que muchas escuelas de negocio están fracasando en su intento por rejuvenecer las ofertas.
Algunos expertos consideran que la solución consiste en ofrecer un servicio personalizado a los participantes de los programas abiertos.
Ésta es la visión de David Butcher, director del programa de cursos en abierto de la escuela británica Cranfield.
En su opinión, estos cursos aportan la oportunidad para reestructurar la red de relaciones y mejorar el desarrollo personal e intelectual que en ocasiones falta en los programas desarrollados para una compañía.
A su jucio, lo que estos programas necesitan es más atención personal para los participantes, una enseñanza particular o one to one.
Aunque está generalmente aceptado que los directivos se inclinan más por los programas cerrados o a medida, el profesor Butcher cree que, en el futuro, las empresas serán cada vez más conscientes del papel y el valor que tienen los cursos abiertos.
El siguiente paso es conseguir que la empresa se implique más en ayudar a los directivos cuando termina el curso y vuelven a la compañía.
"Me gustaría ver por aquí a los responsables de las empresas, por lo menos un día", dice Butcher, aunque reconoce que pocos clientes han recogido esta sugerencia.
A pesar de todo, es evidente la creciente importancia de estos servicios en el mercado de programas a medida, donde los clientes buscan la ayuda antes y después del curso.
En concreto, buscan ayuda para poner en práctica las cosas que han aprendido.
Ready cree que esto impulsará cambios fundamentales en las escuelas de negocio, que tradicionalmente han valorado al profesorado universitario, pero no a los miembros de los departamentos de programas de formación.
Evaluar a la empresa
El promotor de esta iniciativa ha sido Duke Corporate Education, que por segundo año consecutivo lidera el ránking de programas a medida del FT. "Ha cambiado el campo de juego", dice Ready.
Esta transformación les ha permitido figurar a la cabeza de ocho de los once ránkings por categorías votados por las empresas.
La otra cuestión es que este nivel de servicio es laboralmente intensivo y caro, dice Ethan Hanabury. "Es muy intenso. Va más allá de los acontecimientos y necesita un profesorado que esté disponible para el servicio que las empresas necesitan durante un periodo de tiempo".
El cambio desde las tradicionales clases hacia la consultoría es otra tendencia reseñable que, además, ha traído desarrollos posteriores.
Ahora, muchas empresas están solicitando a las escuelas que les den pruebas del rendimiento que obtienen invirtiendo en programas a medida para sus ejecutivos.
Algunas, incluso, demandan cambios en la estructura de las comisiones, con un pago inicial y otro final, que variará en función del rendimiento o provecho obtenido.
"A muchas escuelas esto les asusta bastante", dice Eric Weber, decano asociado al programa de formación de ejecutivos de la escuela de negocios IESE-Universidad de Navarra, que lidera el ránking de programas abiertos en la categoría de seguimiento de los alumnos una vez finalizada la impartición del curso.
Lo que está claro es que las escuelas necesitan un amplio número de herramientas para evaluar el desarrollo de los participantes.
Algunos ejemplos de estas herramientas son los planes de acción personal y los procesos de seguimiento online.
Formación frente a consultoría
Las escuelas también necesitan convencer a las empresas de la diferencia que hay entre lo que ellas pueden ofrecer y lo que les aporta la consultoría de gestión.
Cora Lynn Heimer-Rath-bone, gestora de clientes en Cranfield, cree que la distinción está muy clara. "Lo que estamos haciendo en Cranfield es equipar a las personas, darles las herramientas del comercio en la gestión. Los consultores consiguen resultados.
Nosotros equipamos a la gente para que sean sus propios consultores". Quizá sea el momento de que las empresas se pregunten si el péndulo se ha desplazado demasiado lejos.
Tres españoles entre los mejores
España es el segundo país, por detrás de Estados Unidos, con mayor número de representantes en el ránking de las mejores escuelas de negocios del mundo por sus programas para la formación de ejecutivos.
IESE-Universidad de Navarra, Instituto de Empresa y Esade han conseguido mantenerse dentro de la clasificación, ha pesar de que el pasado ejercicio fue especialemente duro para algunos de sus competidores, que no han entrado a formar parte de esta selectiva lista debido a que no han alcanzado los dos millones de dólares mínimos de facturación en este tipo de programas que se exige.
IESE se alza como la escuela española con mayor reconocimiento internacional gracias al quinto puesto que cosecha.
Sin embargo, el centro, que tiene sedes en Madrid y Barcelona, ha retrocedido un puesto respecto a la clasificación del año pasado.
Dentro de los programas en abierto, IESE se ha situado a la cabeza en la categoría de seguimiento, que mide el nivel de seguimiento que mantiene una escuela una vez terminado el curso y las opotunidades de establecer redes y contactos con sus antiguos alumnos.
El Instituto de Empresa ha subido un peldaño respectó al último ránking, al pasar del puesto 16 al 15, y se consolida como la segunda escuela española en este tipo de cursos.
Esade, implantada en Barcelona, repite la clasificación del año pasado en el puesto 26, y se pone por delante de centros tan prestigiosos como el italiano Bocconi, que ha caído del puesto 24 al 28.
En ocasiones es díficil para Tricia Kullis explicar exactamente dónde trabaja.
El año pasado trabajaba para Visteon, un compañía de componentes de automóviles situada en Dearborn, en el oeste de Estados Unidos.
Este año está trabajando en Barcelona, en la escuela de negocios IESE-Universidad de Navarra, y el año que viene su plan es regresar a Visteon.
Pero, detrás de esta aparente locura, hay una explicación lógica.
El año pasado, cuando Visteon contrató a IESE como su escuela de negocios asociada, acordaron intercambiar un profesional de cada centro durante tres meses para aprender la idiosincrasia del otro.
En el caso de Kullis, Visteon decidió extender el acuerdo a un año. "¿Qué mejor opción hay para conocer a tu cliente o tu escuela de negocios?", se pregunta Kullis.
Nuevas ofertas a medida
Como este caso se van a ver más en el futuro. Porque, si hay algo que caracteriza el mercado de los programas de formación de corta duracción (sin graduación), es la demanda de escuelas de negocio para trabajar en cooperación con las empresas.
Son los llamados programas a medida y existen de varias clases. Unos son los cursos únicos de promoción o premio, que van dirigidos a directivos de rango medio en reconocimiento a su largo tiempo de servicio a la compañía.
También hay profesores de las escuelas que enseñan materias concretas porque tienen un interés particular en investigar ese asunto.
A la hora de diseñar estos programa a medida, las escuelas atienden las necesidades específicas de cada compañía, con el objetivo de llegar a los diferentes niveles directivos, y se adaptan al posicionamiento en el mercado y espíritu de liderazgo que tiene la empresa.
A grandes rasgos, estos programas se dividen en planes abiertos, donde los participantes procedente de diferentes compañías, y planes cerrados o trajes a medida, diseñados específicamente para un determinado departamento o para los ejecutivos de una misma compañía.
Estos últimos han disparado su demanda en los últimos cinco años. Pero, además, hay un creciente interés por que las escuelas de negocios vayan más allá del curso y de los trabajos de investigación: puesta en práctica y rentabilidad de la inversión son dos palabras que están de moda en las empresas.
Estas tendencias aparecen en los ránkings de programas para la formación de ejecutivos que cada año publica Financial Times.
Poco a poco, más y más escuelas cruzan el umbral para participar en los ránkings de programas a medida.
Para entrar a formar parte de esta clasificación, se requiere a las escuelas contar con un negocio de, al menos, dos millones de dólares (1,68 millones de euros).
En cambio, cada vez hay menos participantes en el ránking de cursos en abierto.
De hecho, este año, algunas escuelas no aparecen en esa clasificación porque no han cumplido el requisito de negocio mencionado anteriormente.
Cerrado mejor que abierto
En su conjunto, las escuelas estiman que el negocio de los programas en abierto cayó el año pasado entre un 20% y un 25%.
Por primera vez, las escuelas de negocio han tenido que enfrentarse a lo que los directivos llevan años advirtiéndoles: estos cursos no ofrecen lo que la mayoría de las empresas quieren.
El 11 de septiembre, el virus Sars y la desaceleración de las economías europeas y americana han sido acusados de ser los responsables de este declive del mercado.
Pero también es cierto que las escuelas reconocen cambios estructurales en el negocio.
El desafío es identificar cuáles son estos cambios y cómo están reaccionando las escuelas.
Ian Hardie, decano asociado para los programas de formación de ejecutivos de la London Business School, dice que la desaceleración económica y los cambios geopolíticos no ocultan estos cambios estructurales, si no que los han forzado.
Por ejemplo, el miedo a volar hizo que las empresas tuvieran que apostar por la formación a distancia. Doug Ready, presidente del Consorcio Internacional para el Desarrollo e Investigación de los Ejecutivos (Icedr, según sus siglas en inglés), destaca que "la mayor contribución que se puede hacer es aportar ideas geniales con una aplicación práctica.
Esto es una importante llamada de atención a las escuelas de negocios y una mala noticia para algunos profesionales, que son fantásticos profesores pero que enseñan las ideas de otros".
Ready cree que las escuelas con un gran nombre lo están haciendo bien.
En Harvard, que encabeza el ránking de programas abiertos por tercer año consecutivo, el número de alumnos que se incorporó a estos cursos creció el año pasado entre un 5% y un 10%, según David Sachs, director ejecutivo de los programas de formación de Harvard.
En 2003, la escuela logró llenar dos clases, cada una con 150 alumnos, de su programa para gestión avanzada (AMP, según sus siglas en inglés). Harvard tiene la mayor marca de programas abiertos del mundo.
Rejuvenecer la formación
Un problema cada vez más obvio es que muchas escuelas de negocio están fracasando en su intento por rejuvenecer las ofertas.
Algunos expertos consideran que la solución consiste en ofrecer un servicio personalizado a los participantes de los programas abiertos.
Ésta es la visión de David Butcher, director del programa de cursos en abierto de la escuela británica Cranfield.
En su opinión, estos cursos aportan la oportunidad para reestructurar la red de relaciones y mejorar el desarrollo personal e intelectual que en ocasiones falta en los programas desarrollados para una compañía.
A su jucio, lo que estos programas necesitan es más atención personal para los participantes, una enseñanza particular o one to one.
Aunque está generalmente aceptado que los directivos se inclinan más por los programas cerrados o a medida, el profesor Butcher cree que, en el futuro, las empresas serán cada vez más conscientes del papel y el valor que tienen los cursos abiertos.
El siguiente paso es conseguir que la empresa se implique más en ayudar a los directivos cuando termina el curso y vuelven a la compañía.
"Me gustaría ver por aquí a los responsables de las empresas, por lo menos un día", dice Butcher, aunque reconoce que pocos clientes han recogido esta sugerencia.
A pesar de todo, es evidente la creciente importancia de estos servicios en el mercado de programas a medida, donde los clientes buscan la ayuda antes y después del curso.
En concreto, buscan ayuda para poner en práctica las cosas que han aprendido.
Ready cree que esto impulsará cambios fundamentales en las escuelas de negocio, que tradicionalmente han valorado al profesorado universitario, pero no a los miembros de los departamentos de programas de formación.
Evaluar a la empresa
El promotor de esta iniciativa ha sido Duke Corporate Education, que por segundo año consecutivo lidera el ránking de programas a medida del FT. "Ha cambiado el campo de juego", dice Ready.
Esta transformación les ha permitido figurar a la cabeza de ocho de los once ránkings por categorías votados por las empresas.
La otra cuestión es que este nivel de servicio es laboralmente intensivo y caro, dice Ethan Hanabury. "Es muy intenso. Va más allá de los acontecimientos y necesita un profesorado que esté disponible para el servicio que las empresas necesitan durante un periodo de tiempo".
El cambio desde las tradicionales clases hacia la consultoría es otra tendencia reseñable que, además, ha traído desarrollos posteriores.
Ahora, muchas empresas están solicitando a las escuelas que les den pruebas del rendimiento que obtienen invirtiendo en programas a medida para sus ejecutivos.
Algunas, incluso, demandan cambios en la estructura de las comisiones, con un pago inicial y otro final, que variará en función del rendimiento o provecho obtenido.
"A muchas escuelas esto les asusta bastante", dice Eric Weber, decano asociado al programa de formación de ejecutivos de la escuela de negocios IESE-Universidad de Navarra, que lidera el ránking de programas abiertos en la categoría de seguimiento de los alumnos una vez finalizada la impartición del curso.
Lo que está claro es que las escuelas necesitan un amplio número de herramientas para evaluar el desarrollo de los participantes.
Algunos ejemplos de estas herramientas son los planes de acción personal y los procesos de seguimiento online.
Formación frente a consultoría
Las escuelas también necesitan convencer a las empresas de la diferencia que hay entre lo que ellas pueden ofrecer y lo que les aporta la consultoría de gestión.
Cora Lynn Heimer-Rath-bone, gestora de clientes en Cranfield, cree que la distinción está muy clara. "Lo que estamos haciendo en Cranfield es equipar a las personas, darles las herramientas del comercio en la gestión. Los consultores consiguen resultados.
Nosotros equipamos a la gente para que sean sus propios consultores". Quizá sea el momento de que las empresas se pregunten si el péndulo se ha desplazado demasiado lejos.
Tres españoles entre los mejores
España es el segundo país, por detrás de Estados Unidos, con mayor número de representantes en el ránking de las mejores escuelas de negocios del mundo por sus programas para la formación de ejecutivos.
IESE-Universidad de Navarra, Instituto de Empresa y Esade han conseguido mantenerse dentro de la clasificación, ha pesar de que el pasado ejercicio fue especialemente duro para algunos de sus competidores, que no han entrado a formar parte de esta selectiva lista debido a que no han alcanzado los dos millones de dólares mínimos de facturación en este tipo de programas que se exige.
IESE se alza como la escuela española con mayor reconocimiento internacional gracias al quinto puesto que cosecha.
Sin embargo, el centro, que tiene sedes en Madrid y Barcelona, ha retrocedido un puesto respecto a la clasificación del año pasado.
Dentro de los programas en abierto, IESE se ha situado a la cabeza en la categoría de seguimiento, que mide el nivel de seguimiento que mantiene una escuela una vez terminado el curso y las opotunidades de establecer redes y contactos con sus antiguos alumnos.
El Instituto de Empresa ha subido un peldaño respectó al último ránking, al pasar del puesto 16 al 15, y se consolida como la segunda escuela española en este tipo de cursos.
Esade, implantada en Barcelona, repite la clasificación del año pasado en el puesto 26, y se pone por delante de centros tan prestigiosos como el italiano Bocconi, que ha caído del puesto 24 al 28.
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